miércoles, 8 de julio de 2015

UN INMENSO JUEGO DE LLAVES






El problema de muchos creyentes en la actualidad es que tenemos un inmenso juego de “llaves” llamado las escrituras que la mayoría de nosotros no sabemos cómo usar. La vida en el Reino consiste realmente en restaurar la autoridad del Gobierno de Dios en la tierra y aprender a vivir y a obrar con esa autoridad. En el momento que nos volvemos de nuestra rebelión contra Dios y depositamos nuestra confianza en Cristo, nos naturalizamos ciudadanos de un reino, el Reino de los Cielos. De esta manera adquirimos derechos, beneficios y privilegios que vienen con la ciudadanía.
 Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas.  Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?  Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.  Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.   Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos. Mateo 16: 13 AL 19
Y él dijo: A vosotros os es dado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan. Lucas  8: 10
Entonces él se levantó y se fue a Sarepta. Y cuando llegó a la puerta de la ciudad, he aquí una mujer viuda que estaba allí recogiendo leña; y él la llamó, y le dijo: Te ruego que me traigas un poco de agua en un vaso, para que beba.  Y yendo ella para traérsela, él la volvió a llamar, y le dijo: Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano.  Y ella respondió: Vive Jehová tu Dios, que no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija; y ahora recogía dos leños, para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, para que lo comamos, y nos dejemos morir.  Elías le dijo: No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo. Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra.  Entonces ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su casa, muchos días.  Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías. 1 Reyes 17: 12 AL 16
Pastor Gregorio García

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