El problema de muchos
creyentes en la actualidad es que tenemos un inmenso juego de “llaves” llamado
las escrituras que la mayoría de nosotros no sabemos cómo usar. La vida en el
Reino consiste realmente en restaurar la autoridad del Gobierno de Dios en la
tierra y aprender a vivir y a obrar con esa autoridad. En el momento que nos
volvemos de nuestra rebelión contra Dios y depositamos nuestra confianza en
Cristo, nos naturalizamos ciudadanos de un reino, el Reino de los Cielos. De
esta manera adquirimos derechos, beneficios y privilegios que vienen con la
ciudadanía.
Viniendo Jesús a la región de Cesarea de
Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el
Hijo del Hombre? Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros,
Jeremías, o alguno de los profetas. Él
les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios
viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de
Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los
cielos. Y yo también te digo, que tú
eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no
prevalecerán contra ella. Y a ti te
daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será
atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los
cielos. Mateo
16: 13 AL 19
Y él dijo: A vosotros
os es dado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los otros por
parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan. Lucas 8: 10
Entonces él se levantó
y se fue a Sarepta. Y cuando llegó a la puerta de la ciudad, he aquí una mujer
viuda que estaba allí recogiendo leña; y él la llamó, y le dijo: Te ruego que
me traigas un poco de agua en un vaso, para que beba. Y yendo ella para traérsela, él la volvió a
llamar, y le dijo: Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano.
Y ella respondió: Vive Jehová tu Dios,
que no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo en la tinaja, y un
poco de aceite en una vasija; y ahora recogía dos leños, para entrar y
prepararlo para mí y para mi hijo, para que lo comamos, y nos dejemos morir. Elías le dijo: No tengas temor; ve, haz como
has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de
la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo. Porque Jehová
Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite
de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de
la tierra. Entonces ella fue e hizo como
le dijo Elías; y comió él, y ella, y su casa, muchos días. Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el
aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por
Elías. 1
Reyes 17: 12 AL 16
Pastor Gregorio
García

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