La palabra de Dios en
el libro de Juan 1:17 dice: "Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y
verdad vinieron por medio de Jesucristo". La ley vino de
Dios. La ley es santa, justa y buena; fue dada por medio de Moisés, un hombre
terrenal. En contraste a eso, la gracia y la verdad vinieron por medio de
Jesucristo, el hombre celestial, que no es de la tierra, sino del cielo.
Romanos
3:20 dice: "Ya que por las obras de la ley ningún
ser humano será justificado delante de Él, porque por medio de la ley es el
conocimiento del pecado". Mas, ¿qué dice la gracia?: en el libro de Romanos
5:1 "Justificados pues por la fe tenemos paz para
con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo".
Este es el
propósito de la ley: alumbrarnos de que, humanamente, somos incapaces en
nosotros mismos de cumplir las demandas de Dios. Sin embargo, el pueblo
judío no lo entendió así. Aún más, ellos se gloriaban en la ley. Y la ley no
cumplió su objetivo en ellos; más bien, los cegó para no conocer su propia
realidad, su propia naturaleza. La voluntad de Dios es que los hombres se
conozcan pecadores, incompetentes para responder a las justas demandas de Dios,
de manera que a través de Jesucristo venga a nosotros - la gracia y la
verdad.
La gracia de Dios consiste en aquella
virtud suya de poder dar algo a cambio de nada. Tener gracia implica tener
solvencia para poder entregar algo a cambio de nada. Y esta solvencia, esta
capacidad, esta virtud, está en Dios. Dios tiene la capacidad de dar a
cambio de nada. Esta gracia está en Dios, y es abundante; es una riqueza muy
grande.
Para alcanzar la gracia de Dios, para
que un hombre y una mujer se puedan apropiar de ella, primeramente tienen que
ser convencidos por el Espíritu Santo de que nada pueden hacer en sí mismos
para agradar a Dios. De manera que los que reciben la abundancia de la gracia
son aquellos hombres y mujeres que se saben incompetentes y son capaces de reconocer
sus faltas, sus debilidades y que por sus propias fuerzas y virtudes no pueden
ser justificados delante de Dios.
Somos justificados solo por su
gracia, por ese regalo inmerecido somos justificados y solo a través de la Fe
porque creemos que Él es Dios, Él es bueno, es justo y verdadero.
Pastor Gregorio García

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