sábado, 30 de mayo de 2015

AMA A TU PROJIMO







No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová. Levíticos 19: 18

Ama a tu prójimo fue, en parte, la respuesta de Jesús cuando los Fariseos, la secta religiosa dominante de entonces, le preguntó acerca del mayor mandamiento en la Ley.
 Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley?

Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. Mateo 22: 36 al 40

Esos líderes religiosos habían hecho casi un arte de clasificar todas las diversas leyes y darles grados relativos de importancia. Así que al hacerle a Jesús esta pregunta, su intención era el probarlo. Jesús dominaba las Escrituras y su respuesta los dejó atónitos: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. ‘Este es el primero y más grande mandamiento. Y el segundo es semejante: 'Amarás a tu prójimo como a ti mismo.' De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.

Jesús estaba resumiendo toda la ley en estas dos declaraciones. Si amamos al Señor Dios con todo nuestro corazón, alma y mente, amar a nuestro prójimo es el resultado natural. La pregunta entonces es: ¿quién es nuestro prójimo? y ¿cómo lo amo?

Examinemos quién dijo Jesús que era nuestro prójimo: Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo.  Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen. Mateo 5: 43 al 44

Cuando amamos a Dios con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas, llegamos a reconocer que todo el mundo es parte de Su creación. ¿Estará todo el mundo en el cielo? No, pero no es porque Dios no quiera que ese sea el caso. Su Palabra nos dice que Dios desea que todos sean salvos. Por lo tanto el quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. 1ra de Timoteo 2:4



Pastor Gregorio García




martes, 5 de mayo de 2015

LA GRACIA DE DIOS




La palabra de Dios en el libro de  Juan 1:17 dice: "Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y verdad vinieron por medio de Jesucristo".  La ley vino de Dios. La ley es santa, justa y buena; fue dada por medio de Moisés, un hombre terrenal. En contraste a eso, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo, el hombre celestial, que no es de la tierra, sino del cielo.

Romanos 3:20 dice: "Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Él, porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado". Mas, ¿qué dice la gracia?: en el libro de Romanos 5:1 "Justificados pues por la fe tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo". 

Este es el propósito de la ley: alumbrarnos de que, humanamente, somos incapaces en nosotros mismos  de cumplir las demandas de Dios. Sin embargo, el pueblo judío no lo entendió así. Aún más, ellos se gloriaban en la ley. Y la ley no cumplió su objetivo en ellos; más bien, los cegó para no conocer su propia realidad, su propia naturaleza. La voluntad de Dios es que los hombres se conozcan pecadores, incompetentes para responder a las justas demandas de Dios, de manera que a través de  Jesucristo venga a nosotros - la gracia y la verdad.

La gracia de Dios consiste en aquella virtud suya de poder dar algo a cambio de nada. Tener gracia implica tener solvencia para poder entregar algo a cambio de nada. Y esta solvencia, esta capacidad, esta virtud, está en Dios. Dios tiene la capacidad de dar a cambio de nada. Esta gracia está en Dios, y es abundante; es una riqueza muy grande.

Para alcanzar la gracia de Dios, para que un hombre y una mujer se puedan apropiar de ella, primeramente tienen que ser convencidos por el Espíritu Santo de que nada pueden hacer en sí mismos para agradar a Dios. De manera que los que reciben la abundancia de la gracia son aquellos hombres y mujeres que se saben incompetentes y son capaces de reconocer sus faltas, sus debilidades y que por sus propias fuerzas y virtudes no pueden ser justificados delante de Dios.

Somos justificados solo por su gracia, por ese regalo inmerecido somos justificados y solo a través de la Fe porque creemos que Él es Dios, Él es bueno, es justo y verdadero.

Pastor Gregorio García